«Demas me ha desamparado, amando este mundo«.
~2 Timoteo 4:10
Amar el mundo, todo ese sistema que en pensamiento, palabra y obra se opone a la Ley del Señor, es una característica del hombre natural, pero no del que ha sido transformado por los poderes celestiales. Seguimos en el mundo, eso es verdad, pero no somos de él en tanto fuimos rescatados de su ciudadanía que nos ataba a la condenación. Hemos sido hechos nuevas criaturas en Cristo Jesús y por Su Espíritu: y ahora nuestro carácter tiene impreso el sello de un nuevo Reino.
Pero aunque eso sea verdad, debemos ser tan cuidadosos. Adán fue puesto en un estado de inocencia, el cual era mutable, y por no ser cuidadoso cayó recibiendo las horribles consecuencias que hoy todos sus descendientes conservamos. Nosotros, al ser salvados, somos puestos en un estado de justificación inmutable, pero de transformación y santificación progresiva: aún podemos caer, si no somos cuidadosos de estar firmes. La gloria, por más segura que sea, todavía no ha llegado. El Espíritu dejó en Su Palabra múltiples ejemplos de caídas de santos, para que se levanten ante nosotros como señales de advertencia en nuestro propio peregrinaje.
Hermanos, la salvación ciertamente no puede perderse, pero podemos llegar a perder la comunión, la pureza, el gozo, la utilidad, el ánimo y la fortaleza. Aún hay un principio de maldad en nuestros corazones. El Señor quiso que este tiempo se caracterizara por la conquista progresiva más que por el establecimiento definitivo. Y puede ser que, hallándonos perezosos y descuidados, seamos cautivados por el mundo, por el diablo y por nuestro propio corazón engañoso, y entonces caigamos y abandonemos los caminos del Señor (temporal o, incluso definitivamente, si es que es el caso). ¿Eso es lo que usted quiere?
Pablo dice, por lo tanto, que tengamos cuidado de no caer, en el mismo contexto en que ordena que huyamos de la idolatría. Él había visto como Demas, a quien llamó colaborador en algún tiempo, ahora se había alejado de la verdad amando más el mundo, y había vendido la eternidad por un plato de lentejas temporales. Él conoció muchos casos similares. Y la exhortación al día de hoy no ha perdido vigencia. Ten cuidado de ti mismo, dijo a Timoteo, y haríamos bien en seguir dicho consejo.
¿A qué le estamos dedicando nuestro tiempo? ¿Qué tan complacidos nos hemos vuelto con la pereza, el excesivo entretenimiento o los pecados secretos? ¿Dónde están las inclinaciones de nuestros corazones y los pensamientos de nuestras mentes? Recuerde que «todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre… Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre» (1 Juan 2:16-17).
Nuestro Señor, que envió a Su Hijo a morir para darnos vida, quiere que nos caractericemos por el santo cuidado propio. ¡Así que no desmaye, hermano mío! ¡No demos más lugar al diablo! ¡No permitamos que el mundo siga conquistando nuestros corazones! ¡Volvamos en sí y corramos a Jesucristo, nuestro refugio y nuestro escondedero!

Ánderson Cardona Bonilla, miembro fundador de la Iglesia Bautista Gracia Redentora de la ciudad de Pereira. Cristiano desde el año 2012, por la sola gracia del Señor, con fuertes convicciones Calvinistas, Bautistas Particulares y de la Reforma Protestante Histórica y Confesional. Casado con Manuela, sin hijos aún. Abogado y traductor. Preparándose actualmente para el Ministerio bajo la dirección del pastor César García, mientras sirve de forma activa en la obra local.