Devocionales cristianos diarios Semana #24

Sermones predicados el domingo 12 de junio del 2022, Día del Señor

Sermón de Enseñanza

Oportunidad en la paciencia del Señor

Lucas 13:6-9

 Dijo también esta parábola: Tenía un hombre una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló. Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala; ¿para qué inutiliza también la tierra? Él entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone. Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después.

Lunes 13 de junio

Las oportunidades son como refrigerios que satisfacen nuestras vidas porque podemos volver a hacer aquello que nos salió mal en un principio. Sin embargo, cuando se trata de las oportunidades que Dios nos da para venir en arrepentimiento y fe a través de la proclamación de Su evangelio, no las vemos tan así. Es momento de ponernos serios cuando tengamos el privilegio de escuchar Su evangelio, para que entonces así dichas oportunidades no se vuelvan en testigos en nuestra contra en aquel día del juicio final del Señor. Amigo, no te permitas seguir desaprovechando cada oportunidad que te da Dios para ir a Cristo.

Martes 14 de junio

La higuera de la parábola no estaba dando higos, pero además estaba inutilizando la tierra. Como creyentes nos asemejamos a la higuera cuando como plantas en el viñedo de Dios no apreciamos la fertilización de Su gracia en nuestras vidas dejando de lado los medios de gracia y no mortificando el pecado; estas cosas nos hacen inútiles en manos Dios. Por lo tanto, debemos pedir perdón por el pecado, gracia renovadora y la sabiduría para aprovechar esta gracia con el fin de poder ser útiles en el Reino de Cristo. ¡Los que hemos nacido de nuevo debemos anhelar ser de instrumentalidad en la Iglesia de Cristo!

Miércoles 15 de junio

El pecado es como el insecto que no deja que una planta aproveche el cuidado y abono que le suministran para que se espere el fruto que debería dar. Así mismo sucede en nuestra vida cuando permitimos que el pecado susurre al oído diciendo que malgastemos el abono de la gracia en nuestra vida. Como inconversos desperdiciamos la gracia de la salvación, y como creyentes nos engañamos pensando en que dar frutos para Dios no es tan importante. De manera que tanto el inconverso como el creyente deben dejar de escuchar al pecado. Si escuchan solamente a Cristo serán salvos y, tras serlo, recibirán las fuerzas del Señor como sus discípulos.

Jueves 16 de junio

La paciencia de Dios es una de las excelencias de Su Ser que nos enseña la manera en cómo controla Su Ira y Justicia para con el pecador no arrepentido que la merece, trayendo castigo en el momento oportuno fijado por Él. No obstante, torpemente creemos que podemos abusar de la misma pensando que podemos seguir desaprovechando Sus oportunidades y creyendo que por no ver juicio inmediato por algún pecado cometido Él dará por inocente al culpable. El llamado del Señor es claro: “si no nos arrepentimos ciertamente pereceremos”. Así que no podemos darnos el lujo de ignorar este llamado.

Viernes 17 de junio

La parábola del Señor termina con una incógnita. Lucas no dice si la higuera dio frutos o no. La idea del Señor es que cada uno de nosotros se pueda ver en la higuera, en el sentido de mirar si seremos la que no dio frutos y fue cortada o aquella que aprovechó la segunda oportunidad. Debemos preguntarnos lo siguiente: ¿seguiremos desaprovechando las oportunidades de Dios? ¿Nos veremos como una higuera sin frutos? ¿Seguiremos inutilizando la gracia de Dios? Quiera el Señor conceder a cada uno la gracia para dar frutos de arrepentimiento, obediencia, piedad, servicio y santidad para la gloria de Cristo, el Viñador Intercesor.

Sermón evangelístico

Serie: La Ley que conduce al Evangelio
Título del sermón: Jesucristo es el único que puede limpiarnos de nuestros pecados

Éxodo 20:14

No cometerás adulterio.

Lunes 13 de junio

El Señor es puro y fiel, y desea que nosotros también lo seamos, por ello nos ha dado Su séptimo mandamiento: «no cometerás adulterio». Aunque hemos fallado miserablemente en esto, con diversas iniquidades que ensucian nuestras almas y nuestros cuerpos, y con múltiples infidelidades que demuestran lo egoístas, crueles y desgradecidos que podemos ser, el perdón de Jesucristo está dispuesto para todo corazón arrepentido. Él no será infiel a Sus promesas: perdonará nuestro pecado y purificará nuestro ser si confiamos de corazón en Él. No rehúse examinar su vida a la luz de este mandamiento: la vergüenza santa no se esconde, sino que confiesa y se arrepiente. Toda esa inmoralidad de la que usted fue arquitecto llévela con vergüenza, dolor y humillación ante el Dios de misericordia, y suplique que Su gracia le lave y transforme.

Martes 14 de junio

La Ley de Cristo es como la piedra de toque con la cual se conoce la pureza de un material, especialmente del oro. Ella nos puede permitir comprender si la joya que poseemos es de oro puro o si quizás tiene alguna aleación que resta su pureza. Así la Ley del Señor nos muestra nuestra impureza, pero sólo el Evangelio de Cristo nos limpia de ella. Por lo tanto, como Naamán, debemos zambullirnos en la sangre de Jesucristo a través de la fe en Él para ser limpios de la lepra de nuestros adulterios. Y así como todo tipo de adulterio son pecados de carácter muy voluntario, venir a Cristo también lo es. No olvide que el adulterio y toda inmoralidad sexual ofrecen placeres momentáneos con una culpa y vacío perpetuos que culminarán en la muerte eterna, pero Jesucristo promete gozo y paz permanente que conducirán a la vida eterna. No escoja lo efímero e inestable, abrace lo duradero y seguro.

Miércoles 15 de junio

Todos los pecados que hacen parte de la familia de transgresiones del séptimo mandamiento tienen un carácter particularmente destructivo y dañino. Ellos ofenden terriblemente al Señor, hieren profundamente a los demás y nos afectan miserablemente a nosotros mismos. Son pecados que, según el apóstol Pablo, se cometen también en nuestra contra. Ellos destrozan nuestras mentes, pervierten nuestros corazones, enfrían nuestros espíritus, endurecen nuestras conciencias y esclavizan nuestra voluntad. Nos destrozan miserablemente, y nos llevan a ser generadores de mucho perjuicio y dolor. Nos hacen restarle santidad a Dios, nos hacen ver a los demás como meros objetos y nos consumen en un lamentable egoísmo cruel. Ya sean relaciones sexuales prematrimoniales, o promiscuidad, o infidelidad marital, o incumplimiento de los deberes conyugales, o falta de amor debido, o afectos hacia objetos indebidos, o pornografía, o autopermisos de diversas inmoralidades por cualquier medio, u homosexualismo, o coquetería, o sensualidad, o conversaciones obscenas, o perspectivas antibíblicas sobre el matrimonio, la soltería y la intimidad, todas estas conductas, y el resto de su gama, deben ser consideradas seriamente como lo que en verdad son: pecados; denigrantes, viles y devastadores pecados. Darles nuestro corazón es elegir la muerte y la turbación.

Jueves 16 de junio

Tratemos de imaginar el silencio tenso que hubo en el momento en que Jesucristo le dijo a los fariseos: «El que de vosotros esté sin [este] pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella». Nuestras propias almas, que no estuvieron allí, sienten el profundo peso de ese reto. No podemos lanzar la piedra, porque nos conocemos merecedores del mismo juicio por ser transgresores del mismo mandamiento. Hemos aportado mucho con nuestras vidas a esta generación adúltera, haciendo más cenagoso el pozo de este mundo. Nuestras conciencias nos acusan, y lo sabemos bien. Nuestras mentes no están limpias, nuestros cuerpos han sido profanados, y tenemos sucias nuestras manos y nuestras lenguas. Usted conoce sus pecados, y Dios también. ¿Qué haremos? Cristo mismo nos da la solución. Él quedó allí solo con aquella mujer adultera. Él, quien era el único que podía lanzar la piedra contra ella, le extendió palabras de consuelo y salvación. Él no quiso condenarla, porque la vio sinceramente arrepentida. Él le dio la paz que los placeres temporales de la carne no le habían provisto. Y lo mismo hará con usted si confía de corazón sólo en Él y pide humillado perdón por su maldad.

Viernes 17 de junio

Pidamos al Señor constantemente la gracia de la templanza. Él no nos negará aquello que nos ayude a ser más puros y fieles, como Él es, si lo pedimos con verdadera intención de aplicarlo. Necesitamos tener cada vez mayor dominio sobre nosotros mismos, y lo sabemos. Cuán fácil cedemos muchas veces a la tentación y prestamos nuestros ojos, nuestros sentidos, nuestras mentes y nuestros corazones a conductas desleales e impuras. Cuán poco luchamos, y consideramos que nuestro deseo de no hacer lo malo es suficiente. No, mis hermanos, necesitamos dominio propio, y no lo obtendremos si no lo buscamos en Cristo, y no seremos fortalecidos en él si, tras obtenerlo, no nos esforzamos en usarlo. Así que no descansemos hasta que el fruto de la templanza sea una característica constante de nuestras vidas, y el dominio propio sea la realidad de nuestra conducta.