Devocionales cristianos diarios Semana #27

Sermones predicados el domingo 03 de julio del 2022, Día del Señor

Sermón evangelístico

Serie: La Ley que conduce al Evangelio
Título del sermón:
Agradecidos por la provisión de un Salvador perfecto

Éxodo 20:17

No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.

Lunes 04 de julio

Cuando un deseo legítimo no se controla en sus inicios, encauzándolo hacia una sujeción sincera a la voluntad del Señor y colocándolo en su debido lugar de prioridad, puede llegar a poseernos y consumirnos poco a poco. De tal suerte que aquello que era lícito se transforma en ilícito por la forma desenfrenada con que lo anhelamos. Sea dinero, o fama, o estudios, o trabajo, o una relación sentimental, o procrear, o viajar: cualquier cosa a la que, no siendo en sí misma mala, le entregamos nuestros corazones en un deseo exagerado pasa a tomar el control de nuestras vidas. No importa si, talvez, mucho de ello se queda en el corazón y no trasciende a una materialización como tal: Dios desea corazones rectos, no sólo obras buenas. Y un corazón dado a la codicia por cosas lícitas, esto es, al deseo desmesurado de tener aquello que Dios no prohíbe, no puede ofrendar rectitud, dado que está cautivo por una cosmovisión idolátrica de la vida.

Martes 05 de julio

Si bien el deseo moderado por las cosas legítimas no es malo, el deseo más pequeño por las cosas ilícitas sí lo es. Y esa es la codicia que de manera más literal prohíbe el décimo mandamiento. Toda forma de codicia está prohibida, pero con especial contundencia el Señor nos llama a alejar nuestros corazones de lo que Él ha quitado de nuestro alcance. La pareja de nuestro prójimo, los bienes de nuestro prójimo, la posición de nuestro prójimo, los dones de nuestro prójimo, las bendiciones de nuestro prójimo son de nuestro prójimo, no nuestras. Codiciarlas es hurtarlas en nuestros corazones. Dios es soberano, y provee a cada quien como Él lo desea. Eso incluye la provisión que nos ha dado a nosotros tanto como aquella que ha otorgado a nuestros vecinos. No obstante, la codicia ciega nuestro entendimiento, devora nuestra gratitud y hace añicos nuestro contentamiento. ¿Por qué en vez de codiciar tener aquello que es del otro no damos gracias por poseer aquello que Dios nos ha querido dar a nosotros? Sólo cuando reine la gratitud la tiranía de la codicia será depuesta.

Miércoles 06 de julio

La codicia es un pecado raíz: la vemos en la Caída y la evidenciamos en cada una de nuestras transgresiones. Es, por tanto, un pecado transversal: el incumplimiento de cualquier otro mandamiento tiene sus comienzos aquí, en el corazón desagradecido. Si queremos triunfar sobre nuestra maldad, debemos triunfar sobre toda propensión codiciosa, al mantener un espíritu de gratitud a Dios. El deseo desordenado que no se controla en su semilla será imposible de controlar cuando crezca y forme un árbol de tallo grueso y fuerte. Si descuidamos la vigilancia de nuestro corazón, poco a poco la humedad de la codicia lo afectará causando daños irreversibles.

«Tales son las sendas de todo el que es dado a la codicia, la cual quita la vida de sus poseedores» (Proverbios 1:19).

Jueves 07 de julio

El contentamiento es una joya rara, y la verdadera gratitud se deriva de su posesión. ¡Cuánto deberíamos esforzarnos por obtenerla! Así como la codicia esclaviza, el contentamiento libera. Y lo cierto es que sólo hay una forma de conseguirlo: mirando a Jesucristo, Señor nuestro, con sincera fe. Él ha sido la provisión más que suficiente de nuestro Dios: por Su encarnación milagrosa, Su vida perfecta, Su muerte sustitutoria, Su resurrección gloriosa, Su ascensión majestuosa y Su intercesión fiel nosotros podemos tener verdadera y firme esperanza. Si bien al mirarnos a nosotros mismos debemos exclamar arrepentidos: «¡Miserable de mí!», al mirarlo a Él deberíamos decir con convicción: «Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro». En Él Dios nos ha provisto toda bendición espiritual en los lugares celestiales: desde la justicia imputada hasta la gloria esperada; desde la paz inicial hasta el poder hasta el final. Miremos a Cristo, confiemos en Él, aprendamos de Él, caminemos con Él, dependamos de Él, y ninguna codicia será capaz de apoderarse de nosotros.

Viernes 08 de julio

Jugar con los límites del pecado es una forma de incumplir el décimo mandamiento. Es una especie de codicia de pecar, sin cometer el pecado intencionado en sí. Los niños muchas veces juegan en los límites que sus padres les han dado, y aunque quizás no los traspasen, su actitud ya denota rebeldía. Así nuestra rebeldía se pone en evidencia, no sólo cuando pecamos, no sólo cuando codiciamos, sino también cuando no nos distanciamos de los límites que nos separan del pecado. Eso no es valentía, sino temeridad, y la temeridad tiene un pago: la terrible caída en un sinfín de pecados. A menos que amemos la santidad hasta el punto de alejarnos de todo lo que nos inclina a apartarnos de ella, no habremos entendido la esencia de la Ley del Señor.

Sermón de enseñanza

Serie: Carta del Apóstol Pablo a los Efesios
Título del sermón:
La unidad de la Iglesia en la Trinidad

Efesios 4:4-6

Un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos.

Lunes 04 de julio

Si bien la formación del cuerpo de Cristo es parte del decreto eterno de Dios, esta formación sólo se gesta en el tiempo gracias a la Persona y a la obra del Espíritu Santo. Y cuando hablamos de la obra del Espíritu Santo hacemos referencia a la obra regeneradora y a la impartición de los dones de la fe y el arrepentimiento, sin cuya obra y sin cuyos dones no podemos hablar ni de conversión ni de unión a Cristo ni de formación de la iglesia, y mucho menos de su unidad. Luego, gracias a la obra de ese único Espíritu podemos hablar de la existencia de ese único Cuerpo que es la Iglesia.

Martes 05 de julio

Creo que es justo reconocer que por muy bautistas, o calvinistas, o cesacionistas, o creacionistas que seamos, una cosa es clara y digna de ser resaltada: Cristo no vino a redimir ni a los bautistas ni a los presbiterianos ni a ninguna denominación creada por el hombre basada en la cantidad de luz que Dios le ha dado. ¡Cristo vino a redimir a Su Iglesia, a Su Cuerpo… al conjunto de todos aquellos que arrepentidos han creído verdaderamente en Él! Pero de la misma manera que no estamos ni promocionando ni fomentando las diferencias entre iglesias, tampoco estamos abogando ni por la eliminación, ni por la modificación, ni por la disminución o el sacrificio de nuestros distintivos doctrinales.

Miércoles 06 de julio

Lamentablemente el poder de la palabra ‘esperanza’ se ha perdido con el paso del tiempo; ya no significa la certeza de algo que se espera, sino que a menudo las personas lo entienden como la posibilidad de recibir algo. Pero la esperanza que el Espíritu forja en la Congregación Universal de aquellos que fueron llamados de muerte a vida, no es una posibilidad, sino que es una certeza. Bien dice la Palabra del Altísimo «porque todas las promesas de Dios son en Él Sí, y en Él Amén […] para la gloria de Dios» (2 Co. 1:20). Luego, el Espíritu Santo no solamente nos ha dado: 1) vida para venir a Cristo y fe para creer en Cristo, SINO que 2) nos ha dado una certeza o una convicción inamovible: ¡a eso llamamos esperanza! ¿Cuál es esa esperanza? La esperanza de que: 1) seremos resucitados con Cristo, 2) seremos glorificados en Cristo y 3) gozaremos de Cristo para siempre, en las moradas que Él mismo nos está preparando. ¡Que el pecado no nos robe ni la paz, ni el gozo, ni la esperanza que el Espíritu nos ha dado!

Jueves 07 de julio

Debemos estar de acuerdo con un teólogo que dijo:

“No hay mejor manera de promover la unidad entre los cristianos que recordándoles que tienen el mismo Señor y Salvador. Por lo que cuando surjan los celos o el orgullo que amenaza la unidad de la Iglesia… o cuando los creyentes estén dispuestos a pelear por tonterías, o cuando se magnifiquen asuntos sin importancia que ponen en peligro esa unidad, es menester recordarles que ellos:

1) han sido regenerados por un mismo Espíritu…

2) que han sido injertados a un mismo cuerpo…

3) que tienen una misma esperanza, y

4) que todo eso lo tienen gracias a la vida, muerte y resurrección de un mismo Cristo y Señor a favor de ellos”.

Viernes 08 de julio

Si bien creemos que la Biblia sólo habla de una manera de bautismo: aquella por inmersión total en el Nombre de cada uno de los miembros de la Trinidad, este pasaje NO habla de tipos de bautismo, como si en aquel entonces hubiese varios; este pasaje habla del bautismo en Cristo en el que todos los creyentes son bautizados. ¿En qué consiste ese bautizo en Cristo? La figura del bautismo por inmersión nos provee la respuesta: ese bautismo en Cristo consiste en dos realidades: 1) En el ser sepultados al mundo tal y como Cristo fue sepultado y 2)  luego en el ser levantados del mundo a la resurrección de vida para la gloria de Dios, tal y como Cristo resucitó.