La Ley Moral de Dios y su esencia: el amor a Dios y al prójimo

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7 herejías del Señor Jesucristo

La Ley Moral de Dios y su esencia: el amor a Dios y al prójimo

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Un poco acerca de esta infografía

Aparte de la Conferencia «La Pertinencia de la Ley Moral»

El pacto de obras y su relación con la Ley Moral

Para comenzar, yo quisiera hablar de aquello que dice la Escritura acerca del pacto de obras. En su forma más básica el pacto de obras es un pacto que Dios hace con el hombre de manera soberana, en el que Dios le promete al hombre vida eterna, y en el que a cambio, el hombre tendría que rendir obediencia perfecta a Dios.

Muchos teólogos han definido la esencia de ese pacto de obras como “haz esto y vivirás”, en función de las veces que la escritura así lo afirma.

Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas, los cuales… haciendo el hombre, vivirá en ellos.
Lev 18:5

Porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe así: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas.
Rom 10:5

¿La Ley Moral en el Edén?

Ahora, si vienen conmigo al Jardín del Edén, allí encontramos los primeros indicios de la relación que existe entre la perfecta obediencia a las órdenes de Dios -que es lo que Dios demandaba para dar vida eterna- y la justicia que es para vida -que es lo que el hombre recibiría a cambio.

Dios creó a Adán y Eva y los puso en el Jardín del Edén; al ser creados a Su imagen y semejanza, es importante notar que Adán y Eva fueron creados justos y santos, y además con el poder y la capacidad para obedecer a Dios en todo. Es natural que al poder obedecer a Dios en todo, Dios mismo les exigiera perfecta obediencia a todo lo que Él les ordenase.

Lo interesante del caso, es que esa obediencia sería probada por medio de aquella orden de la que nos habla

De todo árbol del huerto podrás comer; v17 mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.
Gén 2:16

De la obediencia a esta orden, dependía la vida de Adán. Si Adán hubiera obedecido esa orden, él hubiera cumplido con todas las demandas de la Ley Moral de Dios, y consecuentemente hubiera conservado la justicia con la que fue creado è; también hubiera disfrutado de paz para con Dios y de vida eterna, y ninguno de nosotros estuviera hoy aquí.

Así que en esencia, lo que dice este pacto es básicamente que la justicia para vida eterna dependía de la obediencia perfecta del hombre a la Ley. Les pido que comiencen a notar la relación entre Ley Moral y justificación.

Por supuesto, todos sabemos que el hombre desobedeció aquella orden dada por Dios en el Edén, convirtiéndose así en transgresor de la ley; el hombre perdió toda justicia, y si es que el hombre quería tener paz para con Dios y vida eterna æ, ahora dependía enteramente… o de sí mismo para obedecer perfectamente algo que él ya no podía obedecer, o de la gracia de Dios para que lo justificara.

la Ley Moral y su reiteración en el Sinaí

Pero noten algo interesante: Ese pacto de obras basado en la perfecta obediencia a la Ley Moral de Dios, en vez de ser abrogado ahora que el hombre no podía obedecerlos perfectamente, fue reiterado 4500 años después en el Sinaí cuando los 10 Mandamientos de la Ley Moral de Dios fueron promulgados en tablas de piedra. Es de muchísima importancia comprender esto: Al reiterar las demandas de ese pacto basado en la perfecta obediencia de la ley, Dios no pretendía que el hombre pudiera cumplir esas demandas para justicia. Puesto de manera más gráfica: Dios no es aquel hombre que hace galopar a su caballo, en busca de una zanahoria que pende de la vara que él sostiene. La intención Divina no era usar la Ley de esta manera: la reiteración del pacto de obras jamás pretendía abrir un camino para que el hombre – ahora muerto en sus delitos y pecados- buscara justicia en sí mismo por medio de una obediencia que como lo dijimos anteriormente, ya no podía rendir.

Pero entonces… si Dios sabía que ningún hombre podía cumplir las demandas de ese pacto basado en una perfecta obediencia a su Ley, ¿por qué lo reiteró en el Sinaí? Bueno, uno de los propósitos del Señor al reiterar su Ley Moral era la de mostrarle al hombre su incapacidad para cumplirla y su necesidad de buscar paz y vida eterna… no en la Ley, sino en las promesas de justicia por medio de la fe.

La justificación y su relación con la Ley Moral

Así que en virtud de lo que hemos argumentado hasta este punto, y al preguntarnos cuál es la relación entre la Ley Moral de Dios y la justificación del hombre, NO podríamos hablar de una relación causal como si la Ley fuera la causa de la justificación del hombre. De lo que SÍ podríamos hablar es de una relación instrumental, en el sentido de que la Ley es un instrumento; un instrumento que Dios usa en sus elegidos para que ellos desistan de buscar justicia en la ley misma, y sean llevados a buscarla por medio de la fe en las promesas del Evangelio.

Rom 3:20 lo deja en claro por medio de la ley es el conocimiento del pecado, lo mismo Rom 7:7 Pero yo no conocí el pecado sino por la ley.

Como dice Albert Barnes “la ley en lugar de ser un fundamento de justificación, tiene como objetivo mostrarnos nuestro propio pecado.” Así pues, la postura de Barnes en 1850 fue muy, muy similar a la de los puritanos quienes años atrás por lo general estuvieron de acuerdo que “la predicación de la ley es necesaria para que el hombre conozca sus pecados”.

De nuevo mis hermanos, es muy importante que noten que la relación entre la Ley y la justificación no es una relación causal tipo…. “la ley puede justificar al hombre” sino una relación instrumental de “el hombre conoce su pecado y va a Cristo, gracias al uso que Dios le da a su Ley”.

De hecho el gran Puritano John Flavel dijo “hasta que el pecador no sea herido por la ley, este nunca será convertido de sus pecados y jamás vendrá a Cristo”.

Pero ahora llegamos a la pregunta de rigor: ¿Cómo puede el hombre ser justificado, si él es un transgresor de la ley y está sentenciado a muerte por transgredir esa Ley que no puede cumplir?

Le invitamos a escuchar esta ponencia

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2019-10-17T22:06:21-05:00

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