La amistad pública entre iglesias afines en doctrina es cosa valiosa: debe ser cultivada en oración, y preservada siempre y cuando la independencia no se vea afectada de ninguna forma. No obstante, la historia nos ha enseñado en repetidas ocasiones que el «asociacionismo» (o la marcada tendencia que tienen algunas iglesias de formar asociaciones con un propósito u otro) ha causado grandes problemas, y en ocasiones irreparables.

Confesión Bautista de Fe y las Asociaciones
Nuestra Confesión de Fe resalta algunas utilidades de tener comunión entre iglesias, ¡y eso es bueno! … lo que no podemos hacer, es forzar la Confesión a que diga que «tiene que existir una asociación». Claramente la Confesión dice que siempre y cuando se presente la oportunidad y el beneficio, entonces es lícito y benéfico establecer uniones fuertes y sólidas que sólo pueden establecidas si hay firmeza en doctrina y coherencia en la práctica.

[…] es conforme a la voluntad de Cristo que muchas iglesias que tengan comunión entre sí, se reúnan a través de sus representantes para considerar y dar su consejo sobre los asuntos en disputa […]

Nótese que la Confesión NO dice «que muchas iglesias tengan comunión entre sí» (como si esa fuera la norma), SINO «que muchas iglesias que tengan comunión entre sí» (léase, «en el caso que muchas iglesias tengan comunión») — Otra cosa que no dice la Confesión es que la comunión sea lo mismo que asociación.

Al respecto de este asunto y a la luz de la realidad de nuestra iglesia local, por ejemplo, reconocemos que tenemos comunión (en unos casos más o menos cercana que en otros) con iglesias afines en doctrina y práctica; y reconocemos de igual modo que dicha comunión ha sido siempre benéfica para nosotros (al igual que esperamos en el Señor, que sea para nuestras contrapartes); pero el punto es este: no estamos asociadas a ninguna iglesia, ni a ninguna asociación de iglesias, y menos a ningún ente para-eclesial, pues creemos que:

  1. A menudo dichas asociaciones terminan convirtiéndose en «concilios» . Este caso es notoriamente visible en Suramérica, donde no es extraño ver ciertas asociaciones reformadas convertirse en «concilios reformados» que ni siquiera promueven prácticas propias de la Reforma histórica.
  2. Las iglesias más influyentes que por lo general lideran esas «asociaciones» terminan imponiendo sus ideas, prácticas y propósitos sobre aquellas que son alta y fácilmente influenciables, dadas su necesidad o contexto.

Las Asociaciones y Sus límites

La iglesia que quiera en una asociación con otra está en libertad de hacerlo, pero ninguna asociación (al menos de Bautistas Particulares/Reformados) debe violar, ni directa ni indirectamente, el principio de la independencia de la iglesia local, y menos, inmiscuirse en asuntos internos de la misma, como nombrar pastores, o ejercer disciplina, etc. Luego, y quizás de manera simplista, ALGUNAS asociaciones pueden ser de ayuda y edificación mutua, pero por lo general, LA MAYORÍA suelen producir el efecto contrario trastocando uno de los distintivos emblemáticos de nuestras convicciones bautistas: la independencia de nuestras iglesias locales.

Las Asociaciones no son una obligación

Se enfatiza de nuevo, porque en ocasiones (y especialmente en nuestro entorno criollo) se leen cosas que no han sido escritas: Este artículo NO es un llamado a que las iglesias Bautistas Particulares/Reformadas se aíslen, ¡no! … es un llamado de advertencia que se hace con cordura y mesura: Piense y ore antes de vincular su iglesia local a una asociación, y no se olvide de consultar la historia: ella testifica del descalabro que asociaciones han causado, so pretexto de impulsar la causa del Evangelio. Entrar en «asociaciones» con otras iglesias para el avance del Evangelio es en nuestra opinión algo viable, si:
  1. Se entiende que la asociación no es una obligación bíblica, sino una libertad.
  2. La decisión no la toma el pastor solo, sino la membresía de la iglesia en pleno.
  3. Se entiende que los beneficios de asociarme formalmente con… Vs. los peligros de estar asociados con… son sopesados debidamente.

¿Mejor solo que mal acompañado? No necesariamente: lo mejor es andar en comunión cercana con otras iglesias, cosechar esa comunión en doctrina y práctica, siempre preservar los muros doctrinales a una buena altura, y jamás sacrificar la independencia en el altar del asociacionismo. No toda asociación de iglesias es mala, pero muchas causan gran mal a las iglesias que la componen.

Sea cuidadoso incluso con las Asociaciones Confesionales

No necesariamente por ser confesional, una asociación de este tipo sea lo que su iglesia necesite. Recientemente han surgido llamados a la unión para la cooperación entre iglesias. Muchas de estas uniones son legítimas y las aplaudimos con prudencia, pues es evidente que son de utilidad para el Cuerpo del Señor. Más no todas lo son, incluso, pese a ser confesionales.

Luego, señor pastor, no escoja por la iglesia: este es un caso típico en el que toda la iglesia debe estar bien informada para tomar una decisión de suma importancia. Plantéese primero si la asociación es necesaria; si lo es, pregúntese: ¿Le he explicado a la iglesia acerca de los beneficios y los peligros de las asociaciones? … también, ¿Cómo se verá afectado nuestro testimonio en caso de un retiro de esa asociación? Dele a la membresía un tiempo prudente para que lo consideren en oración.

No busque que la iglesia haga parte de asociaciones por las motivaciones equivocadas: porque necesita ayuda financiera, porque se siente solo, porque los miembros son pocos o, simplemente porque sí. Recuerde que no tiene que hacerlo porque otras iglesias lo hagan. Sea cuidadoso de no caer en la reciente ‘moda’ del «asociacionismo confesional» simplemente porque usted profesa adherencia a una Confesión de Fe.

Su labor, antes de buscar asociaciones confesionales entre la iglesia que preside y otras, es buscar la unidad confesional entre los miembros de su iglesia, con la ayuda del Señor. ¡Esa es la prioridad!
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