¿Por qué no todos los verdaderos creyentes tenemos las mismas convicciones doctrinales?

Los creyentes continuamos siendo pecadores, redimidos sí, pero aún somos pecadores; y esto, pese a que el Padre nos ha elegido con amor eterno, para ser santos, a que el Señor Jesucristo nos ha redimido para ser libres, y a que el Espíritu Santo nos ha regenerado y nos provee aquella luz para comprender los asuntos pertinentes al Señor Jesucristo y a la salvación.

No obstante, pese a ser miembros de una misma familia, no todos los integrantes de la familia tenemos el mismo grado de comprensión al respecto de los asuntos de la vida cotidiana, y tampoco de aquellos que tienen que ver con la fe revelada a los santos.

Listamos algunas de las causas por las que los creyentes (se enfatiza: verdaderos creyentes) no tenemos las mismas convicciones doctrinales:

1. El pecado.

Así que, pese a todo lo anterior, continuamos errando el blanco… es decir, aún somos pecadores; no amantes ni practicantes del pecado, pero sí pecadores. Y pudiéndose decir mucho más al respecto, por ahora y para efectos de esta breve meditación, sólo enfoquémonos en una de las consecuencias de esa lucha que tenemos contra el pecado, y es esta: el pecado, de alguna manera, no nos permite ver a Dios en toda su grandeza, y lógicamente, no nos permite comprender la palabra en toda su extensión ni esplendor.

Efe 4:13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;

¿A qué se refiere el autor inspirado con «unidad de la fe«?

Sencillamente puesto, esta expresión hace referencia a toda la fe revelada. Todos los verdaderos creyentes estamos unidos a Cristo por medio de la fe, luego, estamos unidos los unos a los otros en la fe; por tanto, no es a la fe salvadora a lo que hace referencia el Apóstol Pablo. La referencia más bien es a todo el cuerpo de doctrina que tenemos en la Escritura.

Luego, los pastores y maestros siempre serán oficios en vigencia… ¿hasta cuándo? Hasta que la iglesia llegue a la unidad de la fe.

Pero, ¿cuándo llegaremos a la unidad de la fe?

Ciertamente no mientras caminemos en este mundo. Calvino lo expresa de una manera clara:

En la unidad de la fe. ¿No debería reinar entre nosotros la unidad de la fe […]? … […] la expresión «lleguemos a la unidad» denota esa unión más cercana a la que todavía aspiramos pero que nunca alcanzaremos hasta que este vestido de la carne, que siempre va acompañado de algunos restos de ignorancia y debilidad, haya sido desechado.

J. Calvino

Así que, si bien estamos unidos a Cristo por medio de la fe, y unos a otros en la fe, la plenitud de los integrantes de la iglesia triunfante de Cristo llegaremos a la plena unidad de la fe cuando este cuerpo de muerte y de pecado haya sido deshecho. De esto se concluye sin temor alguno, que en el Cielo (en el Paraíso de Cristo) aún en este instante, hay hermanos disfrutando de esa perfecta unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios… faltamos nosotros y los elegidos que aún estar por llegar a los pies de Cristo.

2. La Soberanía de Dios.

Además de lo expuesto con anterioridad, si bien sabemos que todos los hijos de Dios han sido amados eternamente por el Padre, representados en toda justicia por el Hijo y regenerados por el mismo Espíritu, no todos tenemos la misma luz; es decir, no todos comprendemos los mismos asuntos de la misma manera o en el mismo grado.

Dios es Soberano, y esto implica que la repartición de dones a Su iglesia por Su Santo Espíritu es efectuada de manera Soberana,

1 Cor 12:11 Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.

…luego, la luz que Él le concede a cada uno de sus hijos puede ser diferente (en un menor o mayor grado). Lo anterior tiene una consecuencia (entre muchas), a saber: que aún entre nosotros sus hijos hay diferencias en lo que respecta al grado de comprensión de ciertas doctrinas.

3. El Estudio Juicioso y los Medios de Gracia.

Las convicciones doctrinales de una persona pueden verse afectados, positiva o negativamente, por el buen o mal uso que se haga de los medios de gracia. Además, es muy frecuente que en las iglesias tengamos a queridos hermanos que desean tener un mayor conocimiento de la fe, y estar más firmes en sus convicciones doctrinales, pero no están dispuestos a pagar el precio. No se esfuerzan en estudiar los sermones de su iglesia ni en en estudiar de manera juciosa y constante las Sagradas Escrituras, luego, este hermano jamás tendrá el mismo nivel de comprensión al respecto de una doctrina particular que uno que sí se ha dispuesto a estudiar, escudriñar y meditar en lo aprendido.

Hch 17:11 Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así.

Nótese que tanto los de Tesalónica y Berea eran hermanos en el Señor, pero los últimos, a la postre, mostraron más interés por tener convicciones verdaderas y firmes.

Observemos lo que dice el Puritano Matthew Poole:

Los judíos de Berea superaron a los de Tesalónica, no tanto en honores de nacimiento como sí en disposición: ellos no eran tan prejuiciosos ni obstinados (como los de Tesalónica); escucharon pacientemente a Pablo; Pensaron seriamente en lo que había dicho y lo compararon con las Escrituras. Y así les dio Dios preparó sus corazones […] No es de extrañar, entonces, que el aceite de la gracia corriera sobre ellos y los llenara.

Matthew Poole 

Consecuencias de lo anterior…

Pero al hablar de diferentes grados de comprensión a causa de nuestro pecado y también de la diferente intensidad de la luz que el Señor nos haya concedido, tenemos por necesidad que hablar de la posibilidad de estar equivocados. De la misma manera en la que el Señor nos libra de la condenación del pecado y de su poder, redordemos que Él ha determinado que sus hijos aún continúen batallando contra cierta cantidad residual de pecado, al que comúnmente le llamamos remanente.

Algo similar sucede con el error: sabemos que cuando salva, el Señor nos saca del error y nos pone en el camino de Su verdad; sabemos que Su verdad es el pilar de nuestra libertad y sabemos que la iglesia es columna y baluarte de la verdad, y no obstante, no somos inerrantes… ni nosotros ni nuestras iglesias son inerrantes: ¡jamás lo seremos a este lado de la eternidad!

De hecho, nuestra Confesión de Fe bien dice que…

Las iglesias más puras bajo el cielo están sujetas a la impureza y al error

Confesión Bautista de Fe 1689, Cap. 16 Parág. 3

Si los hombres no errásemos en nada, seríamos increíblemente perfectos (cosa que no corresponde a la realidad ontológica del ser humano). Podemos ser muy acertados en nuestras convicciones y ser asertivos en lo que respecta a la manera cómo las defendemos y articulamos, pero algo tenemos que tener claro: cometemos errores, y la doctrina es un área que no es inmune a nuestros errores.

Es cuando comparamos nuestras convicciones doctrinales con las de otros hermanos, que nos hacemos la pregunta:

¿Quién está errado, ellos o nosotros? ¡Ambos!

Poseo, y esto por la bondad y gracia del Señor, una firme convicción al respecto de las doctrinas bautistas particulares, quizás de la misma manera que un hermano presbiteriano pueda estarlo de sus propias convicciones. A la postre, ambos humildemente aceptamos (al menos deberíamos hacerlo en teoría) la siempre-presente tensión, de que, por un lado, debemos permanecer firmes en nuestras convicciones, defendiéndolas ardientemente con mansedumbre y proporción…

1 Ped 3:15 siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros.

mientras que, por el otro, debemos reconocer ante el Señor que no somos inerrantes: ni los bautistas ni los presbiterianos ni ningún verdadero hijo de Dios es inerrante.

¡Desde luego! en el momento en el que el Señor nos conceda luz y gracia con el fin de poder ver un error doctrinal, no hay duda que nos apresuraremos a corregirlo.

La teología es crítica por cuanto el teólogo debe admitir la posibilidad de apartarse de la verdad en algún momento u otro en los dogmas de su iglesia y en la  sistemática que él mismo propone: es decir, primero, que si detecta errores en cualquier lugar, debe tratar de remediarlos de la manera adecuada; y segundo, si descubre lagunas, debe esforzarse por suministrar lo que falta (para los teólogos reformados, este aspecto de la tarea teológica se refleja en el lema ecclesia reformata semper reformanda — «Una iglesia reformada siempre se está reformando» a la luz de la Escritura).

Robert Reymond – Nueva Teología Sistemática.

Pero entretanto esto no suceda, debemos permanecer fieles a nuestras convicciones. Hasta que todos los hijos de Dios obtengamos la bendición de la liberación plena del pecado, y de la iluminación plena de nuestra mente en la glorificación, persistamos en cultivar nuestras convicciones con el estudio juicioso y riguroso, pero humilde de la Palabra.

¡Qué las convicciones de nuestras iglesias sean más firmes cada día, comenzando HOY, pero no a expensas de la humildad que debemos tener para reconocer y enmendar un posible error MAÑANA!

Recordemos: Ninguna iglesia local bajo el sol de este mundo caído, ni es libre del error ni tampoco está exenta del error. 

Un día, no habrá error… ¡En ninguno de los hijos de Dios!

1 Cor 13:12 Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido.

Pronto llegara el día; el día del Señor; el día en el que todas las controversias serán resueltas, sean estas grandes o pequeñas. Los ojos de los creyentes verán… y con esto quiero decir: No sólo verán «a Dios como Él es» y «la verdad tal y cual en su pleno esplendor», sino que con amorosa sorpresa verán a sus hermanos tal y como son.

Ya no habrá más diferencias entre hermanos… ¿por qué? porque en el Cielo en el que estarán dos hermanos que en la tierra solían disputar por sus convicciones, no habrá ni oscuridad, ni ignorancia, ni pecado … luego, ya no existirá más la iglesia bautista reformada de … ni la iglesia presbiteriana reformada de… Aquel día solo estará la iglesia triunfante de Cristo donde las convicciones doctrinales de uno de sus integrantes jamás serán diferentes a las de su hermano.

Pero entretanto el tiempo llegue y esa dicha le sea concedida a todo el pueblo del Señor, ¡que cada iglesia defienda con firmeza y humildad sus convicciones, que ninguna de llas se avergüence de proclamar sus distintivos históricos y confesionales, sabiendo que cada una de ellas es responsable delante del Señor por el uso apropiado de la luz y «los talentos» que Él les ha concedido para el avance de Su causa.

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