¡Oh, hermanos, quien intenta ocultar un pecado delante de Dios, se puede comparar con aquel ingenuo que intenta con su mano dar sombra a su cuerpo en medio del inclemente sol del desierto!

Pastor César García, IBGR, Pereira

Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado. Selah Sal 32:5

¿Se ha preguntado usted la razón por la que mucho se ha escrito al respecto del tema «los pecados ocultos»?

A ciencia cierta, no le podría dar razones precisas del porque. Sólo puedo ofrecerle una explicación tentativa y es esta: ese tema nos toca de una u otra manera porque en algún momento de nuestras vidas (antes de la conversión, por supuesto) hemos pecado y como es natural en la mayoría de la raza humana caída, hemos querido que nadie sepa al respecto de ese pecado.

Ocultar el pecado es la reacción natural de todo aquel que no conoce al Señor Jesucristo.

¿Podrá usted tener éxito escondiendo sus pecados?

A partir del momento en el que usted escoja acallar su conciencia con el fin de esconder su pecado, de su corazón comienzan a manar casi al instante toda suerte de peligrosas maquinaciones. Pero por más inteligente que sea usted, la pregunta es ¿tendrá éxito? La respuesta nos la concede el siguiente Proverbio:

El que encubre sus pecados no prosperará…
Pro 28:13

Ese «no prosperará» significa, «no tendrá éxito haciéndolo». Así que sea usted amablemente advertido, estimado amigo, por más que parezca haber tenido éxito ocultando su pecado, a la final, es
muy improbable que usted se «salga con las suyas»; en palabras más claras, eso sólo significa que de una manea u otra, Dios permitirá que su pecado salga a la luz.

A manera de aplicación secundaria del versículo, John Gill dice

Los hombres pueden cubrir su malicia e iniquidad, pero sólo por un tiempo… dentro de poco todo será revelado para su gran vergüenza y reproche…
John Gill comentando acerca de Mateo 10;26

¡Sea advertido de los ejemplos de la Escritura!

Miremos a Adán.

Adán pecó y trató de esconderse de Dios. Del Dios que ya lo había visto todo. En vano fue su esfuerzo en esconderse…

Miremos a Acán

Habiendo sido advertido de no tomar nada del anatema, cayó ante la tentación pese a las serias advertencias hechas por Dios a través de Josué. Acán de alguna manera dudó de la severa advertencia Divina y quizás dijo «puedo esconder lo que tome del anatema sin convertirme en anatema», o «nadie jamás se enterará de los hechos porque esconderé «mi pecado» en un lugar donde no pueda ser hallado».

Haremos muy bien en recordar el carácter infructuoso de los esfuerzos de Acán por ocultar su pecado porque a la postre fue descubierto… por Dios. También haremos bien en recordar que su empresa (aquella que él forjó al decidir esconder su pecado) estaba destinada a fallar desde el comienzo, y he aquí el porqué ¡simplemente estaba tratando de ocultar lo inocultable!

Miremos a Ananías y Zafira

Dos profesantes de la fe en el Señor Jesucristo. Vendieron su heredad y pactaron mentir al Apóstol, ocultando el precio real de venta de su heredad. De seguro ellos esperaban ser loados por el Apóstol por su generosidad al ofrendar el valor de la venta de su casa. ¿Qué recibieron a cambio? ¡Muerte… cayeron en manos de un Dios airado delante de quien nada puede ser ocultado!

De nuevo, harías bien tu en notar que Ananías y Zafira no sólo pecaron al concertar entre ellos para mentir, sino que a ese pecado le añadieron uno más repugnante: intentaron ocultar sus malas obras y mentiras… intentaron burlar al Espíritu Santo.

Miremos el caso del Rey David

¡He aqui, a un hombre que amó a Dios pero que cayó intentando ocultar lo inocultable una, y otra, y otra vez! El Rey David intentó ocultar su pecado hasta que Dios hizo público su pecado. Surge una pregunta de inmediato ¿Por qué Dios tenía que hacer publico el pecado del Rey de Israel? Además de responder «porque así a Dios le plació hacerlo», ofrezco una razón para consideración de los lectores: Fue apropiado que Dios expusiera su pecado a la luz pública porque David había endurecido su corazón y había aprendido a vivir con su pecado sin tan siquiera pedir perdón a Dios. David iba de mal en peor en su esfuerzo por ocultar su adulterio, sus muchos engaños y su homicidio, y sólo por medio de un «trato justo y providencial del Altísimo», David pudo arrepentirse.

En otras palabras: Dios llamó al arrepentimiento a David descubriendo su pecado, pues era evidente que David persistía en ocultarlo. David falló en su intento por encubrir sus faltas… El que oculta el pecado, aprende a vivir con el pecado.

¡Sé alentado a confesar los pecados!

El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia
Pro 28:13

Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado.
Selah Sal 32:5

¿Por qué querrás tu ocultar tu pecado, si en primera instancia tienes una consciencia que Dios ha regenerado y sensibilizado con el propósito de que seas pronto para confesar el pecado en arrepentimiento verdadero? ¿Qué te motiva a esconder el pecado, aun cuando sabes que Dios todo lo sabe? ¿Por qué escoges esconder el pecado cuando a la postre serás castigado y avergonzado -en muchos casos de manera pública? ¿Qué te impide confesar la falta, cuando sabes que como Hijo de Dios, Él siempre te perdonará si le pides perdón con un corazón contrito y humillado?

Amigo, desiste de ocultar el pecado… basta ya de vivir vidas con los «huesos desgastados» (Salmo 32:3) por no confesar la falta… no persistas en hacer lo imposible, ¡no lo lograrás!… no insistas
intentando ocultar lo que es inocultable ¡no lo conseguirás! … ¡Ve y confiesa la falta al Señor… sólo en Él hallaras perdón de pecados y solo en Él tendrás la paz que no te permite tener el pecado que no le has confesado!

Que el Señor te conceda la gracia para hacerlo… la fe para estar seguro de su perdón… y la sabiduría para entender que si Dios te perdona por el pecado que escondías, no importa si los demás no lo hacen…

¡Oh, hermanos, quien intenta ocultar un pecado delante de Dios, se puede comparar con aquel ingenuo que intenta con su mano dar sombra a su cuerpo en medio del inclemente sol del desierto!

Pastor César García, IBGR, Pereira
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