La primera parte de este artículo terminó de la siguiente manera:

Si sabemos lo que significa ser peregrinos para Cristo, entonces entendemos esto (la persecución a la que seremos sujetos), y obtendremos de parte de Cristo paz y gozo. Esperamos ser calumniados e injustamente tratados por el mundo. No sólo el mundo es hostil a nosotros, sino que también lo es el diablo. Este a menudo se aprovecha de nosotros mientras estamos “en el camino”, aún lejos de casa, y nos dispara dardos de tentación, abatimiento, e incluso de dudas en lo que respecta a nuestra salvación.

Por la anterior razón es de suma relevancia que siempre tengamos presente que los creyentes contamos con muchas ayudas y bendiciones en nuestra peregrinación para contrarrestar tales ataques. Cualesquiera que sean las pruebas de nuestra peregrinación, los creyentes somos llamados a jamás claudicar ante ellas y a siempre, por el contrario, sobrellevarlas haciendo uso de los abrumadores beneficios con los que contamos; en el contexto de Hebreos 11 podemos observar sublimes enseñanzas que se constituyen en esas tremendas ayudas y beneficios para nuestro peregrinaje:

1.) El beneficio de la confraternidad

Los beneficios brillan en Hebreos 11:13 «Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos”. Particularmente notamos la palabra «todos», pues esta nos recuerda que hay un sinnúmero de creyentes. No estamos solos, hay muchos otros creyentes que peregrinan por este mundo caído hacia la patria celestial a la que pertenecen.

Es precioso y valioso para los creyentes reunirse en el Día del Señor y en las reuniones entre semana para escuchar la Palabra, para tener comunión juntos, y para gozarse y consolarse los unos con los otros. En contraste, es triste cuando los cristianos no conocen a muchas personas en su iglesia, pues uno de los mayores alientos que podamos tener en nuestras vidas como peregrinos es que hay muchos de nosotros en esta familia.

Alrededor del mundo hay millones y millones de personas de verdaderos cristianos; personas unidas a Cristo. Por supuesto que no podemos conocerlos a todos, pero podemos pensar en ellos, en especial, podemos pensar en aquellos que adelantan sus peregrinaciones en lugares inhóspitos y aislados. Innumerables personas aman a Cristo y su Palabra, y viven realmente como peregrinos que transitan a través de este mundo perverso. Hay muchos más de los que pensamos, incluso en nuestra nación, y desde luego, en el mundo entero. Grande es el número de peregrinos que nos acompañan en este peregrinaje; no estamos hablando de unos pocos peregrinos, sino de la más grande “nacionalidad” o grupo de personas de ideas afines aquí en la tierra.

2.) El beneficio de la experiencia

Otro de los beneficios de los que nos habla Hebreos 13, es el hecho de que nuestra peregrinación es un viaje muy bien comprobado. La frase «Conforme a la fe murieron todos éstos» se extiende desde la primera generación de personas en la tierra hasta el presente día.

Miles de millones de personas salvadas por la gracia de Dios han tomado este camino antes que nosotros, y han degustado de la infinita bondad del Señor. Vemos el “retrato” en las Escrituras: allí tenemos los testimonios de quienes han comprobado la bondad del Señor a través de liberaciones poderosas. Ellos fueron restablecidos y bendecidos y terminaron su viaje en triunfo y gran gozo. ¡Cuán conmovedor es leer los relatos biográficos de personas de fe, de famosos predicadores que adornaron la historia! Allí hay gran aliento e incontables estímulos para nuestro peregrinaje… las lecciones son innumerables. Esta es una jornada que ha sido muy transitada y muy bien comprobada, y en ninguna manera somos los primeros en transitarla.

Sí, otros nos han precedido en el peregrinaje en el sentido de que ya transitaron por este mundo caído, ya llegaron a casa, ya descansan; nosotros nos beneficiamos grandemente al ver cómo fue su peregrinaje, cuán grandes fueron las bendiciones impartidas por el Señor durante su peregrinaje, y la manera triunfante en la que terminaron el mismo.

3.) El beneficio de la seguridad

Junto con todo lo mencionado anteriormente, vemos en Hebreos 11:13 la doctrina de la perseverancia de los santos; de quienes “murieron en la fe”. Esto es de suma importancia para nosotros y se constituye en gran aliento durante todos los días de nuestra peregrinación, pues vemos que ellos fueron guardados hasta el final por el poder de Dios, sí, pese a su debilidad e incluso, a su necedad. Si cayeron en alguna trampa necia a causa de su pecado y el Señor incluso tuvo que disciplinarlos, Él mismo les rescató de la caída de la fe, y Él mismo restauró el gozo de su salvación de manera plena.

Cada giro y vuelta de nuestra peregrinación es conocido por Dios, quien cuida cada paso que da su pueblo. Ningún hombre y ninguna fuerza tienen el poder para arrebatarnos de su mano. Los creyentes nunca deben olvidar que están transitando hacia el lugar donde no hay mas muerte, pecado, dolor o sufrimiento, y aún desde ahora, ellos cuentan con el “pago o cuota inicial” (por así decirlo) de su herencia celestial: una nueva naturaleza, nuevo entendimiento, gozo, además de todas sus facultades espirituales.

La expresión “murieron en la fe” tiene grandes implicaciones, y una de ellas es esta: aquellos que peregrinaron, murieron en la fe y despertaron en la gloria de su patria celestial.

4.) El beneficio del Espíritu

¿Puede haber mayor privilegio y fuente de poder, que tener el Espíritu Santo como nuestro Divino invitado de honor? Santiago 4:5 nos dice que el Espíritu Santo que mora en los creyentes nos anhela celosamente para guardarlos del mundo y acercarlos a Cristo.

El Espíritu mueve la conciencia del creyente para advertirlo del pecado. También alienta los corazones de los creyentes y profundiza la comprensión de las Escrituras cuando las leemos acompañadas de oración. En ocasiones los creyentes son muy conmovidos al experimentar una elevación inusual en su espíritu porque el Espíritu Santo les concede una clara comprensión y un gran aprecio de lo que se lee en la Palabra.

Entre tanto que los creyentes resisten y mortifican el pecado, el Espíritu Santo les fortalece, lo que les permite tener éxito en tal empresa. Mientras que los creyentes se esfuerzan por tener mejores actitudes, es el Espíritu quien les ayuda a alcanzar el amor, el gozo, la paz y todos los demás elementos del fruto del Espíritu. «Caminar en el Espíritu» es ser beneficiarios del poder divino, y tener también gran gozo en el camino de nuestra santificación.

5.) Los beneficios de la Providencia

Otro beneficio inestimable de nuestra peregrinación es la certeza de que el Señor siempre está supervisando nuestro caminar, empleando cada situación para nuestro bien espiritual eterno, y tejiendo los hilos de la vida para cumplir sus propósitos en nosotros.

Un incrédulo puede tomar un trabajo en otro país y no encontrarlo tal cual lo esperaba, tornando el proyecto en un terrible error. Él puede decirse a sí mismo: «me metí en este lío y ahora tengo que pagar por él. He firmado un contrato de tantos años: seré miserable, pero sólo yo tengo la culpa”. La peregrinación del creyente, por el contrario, nunca es así pues él es capaz de decir: «El Señor me llamó a este viaje espiritual y Él no sólo será mi guía, sino que también se cerciorará que yo llegue a mi destino.” ¡Qué gran diferencia! Somos llamados a esta peregrinación por el Dios vivo, quien usa los perfectos designios de Su Providencia para obrar su propósito en Su pueblo.

Cuando Él llama, Él guarda. Nosotros decimos: “Él me guiará hasta el final del viaje. Yo no soy un voluntario sino una persona que fue llamada por Él . ¡El Señor me ha dado el estatus de residente temporal en este mundo, y eso lo tengo en claro! El que me ha traído hasta este punto de mi peregrinaje, también me acompañará en todo mi peregrinaje, hasta el fin… hasta que llegue a casa. “El que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Jesucristo

6.) Los beneficios de las bendiciones especiales

Aquí tenemos otras notables bendiciones que son de tremenda ayuda y aliento para todos los días de nuestra peregrinación. Nuestro peregrinaje no es como un viaje a través de un gran desierto carente de cualquier “gota” de alivio. Este mundo, sin duda es un desierto para los creyentes, pero el Señor nos provee de muchos oasis para refrescarnos y levantar nuestro ánimo, no permitiendo así que desfallezcamos y claudiquemos. 

Existen temporadas de felicidad especial, tranquilidad, bendición e instrumentalidad; y desde luego, tenemos el delicioso oasis de comunión los unos con los otros dentro de nuestra familia espiritual, bendición arruinada por la lejanía de algunos miembros, la crítica y el chisme. Luego están las innumerables veces en las que hallamos un “oasis de deleite» a través de significativas respuestas a nuestras oraciones, evidencia fresca del poder de Dios. El Señor no ha dejado a su pueblo sin ayudas, alientos, comodidades y muestras de su cuidado a lo largo de la ruta a caminar.

Nota: Habiendo definido en la primera parte de este artículo el concepto de peregrino, y, por ende, el de peregrinaje, y habiendo dejado en claro en esta segunda, que pese a la persecución y a la oposición a las que como peregrinos somos sujetos, contamos con tremendas bendiciones y ayudas para contrarrestar tales pruebas, prosigamos ahora con la tercera parte, en la que encontraremos la argumentación final, además de interesantes indicaciones al respecto de qué hacer y qué no hacer en nuestra peregrinación.

Espere la TERCERA PARTE de este artículo, el 14 de Sep/20

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