Lucas 7:31 Y dijo el Señor: ¿A qué, pues, compararé los hombres de esta generación, y a qué son semejantes? v32 Semejantes son a los muchachos sentados en la plaza, que dan voces unos a otros y dicen: Os tocamos flauta, y no bailasteis; os endechamos, y no llorasteis.

El contexto de nuestro texto nos muestra al Señor Jesucristo hablando a la multitud y clarificando el oficio de Juan el Bautista. Éste era el profeta anunciado, el profeta que todo el pueblo judío esperaba porque antes del cumplimiento de la promesa del Mesías, vendría aquel profeta «con el espíritu de Elías» y precursor del Mesías.

Isaías 40:3 “Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios”

Este profeta representaba la esperanza de una nación; el tiempo de Dios se había cumplido y en breve tendrían la gran visitación del Emmanuel celestial. Pero ¿qué fue lo que hicieron con ese “tan anhelado” profeta? Los Fariseos lo rechazaron, y el perverso Rey terminó cortándole la cabeza.

Y ella le dijo: «La cabeza de Juan el Bautista.»

¿Fue malo que hubieran rechazado al profeta de Dios, de hecho, ¿al más grande de todos los profetas que Dios había enviado? Permítame decirle que hubo algo peor que eso: además de rechazar al profeta que anunciaba a Aquel que vendría a perdonarlos, ellos también rechazaron al Dios que vino a perdonarlos.

Los fariseos y los intérpretes de la Ley rechazaron tanto al profeta como al Cristo y es por eso por lo que el Señor dice a continuación… v31 Y dijo el Señor: ¿A qué, pues, compararé los hombres de esta generación, y a qué son semejantes? Estas palabras, hermanos, fueron dichas a aquellos que nada parecía agradarles; a aquellos que nada ni nadie los tenía contentos.

¡Niños caprichosos hace 2000 años!

En la actualidad tenemos profesantes de la fe cristiana descontentos con todo, que tienen por costumbre rechazar todo lo que Dios les envíe para bendecirlos: personas por lo general inmaduras que profesan fe y amor por el Señor Jesucristo, pero que a menudo se comportan como niños caprichosos: «en esta iglesia no se hace esto«, «el pastor no habla de esta manera«, «no hay grupo de jóvenes«, etc.

Quizás alguno de los lectores se haya incomodado porque estoy usando la expresión “niño caprichoso” … ¡espero que no sea el caso! Pero déjeme explicarle de dónde viene ese término “niño caprichoso”. El término “niño caprichoso” es producto de un razonamiento bíblico… v31 Y dijo el Señor: ¿A qué, pues, compararé los hombres de esta generación (recordemos que esta generación era aquella que decía querer la venida del Mesías, pero que terminó rechazando al Mesías cuando vino), y a qué son semejantes? v32 Semejantes son a los muchachos sentados en la plaza, que dan voces unos a otros y dicen: Os tocamos flauta, y no bailasteis; os endechamos, y no llorasteis.

La clave para entender el carácter descontento y fluctuante de muchos de quienes hacen parte de esta generación yace en el significado de la palabra “muchachos”; el orig. en Gr. de la palabra “muchachos” es paidion (que se deriva de la palabra paido que significa infantes… ej. paidobautismo) El diccionario de Vine define la palabra paidion como infantes, como niñitos, como recién nacidos. Pero Vine también la utiliza de manera metafórica al respecto de personas con deficiencias en su entendimiento de asuntos espirituales.

Así que es en ese orden de ideas que nuestro Señor procede a comparar aquellos que rechazaron a Juan y que lo habían rechazado a Él, con niños pequeños que no tenían un correcto entendimiento de los asuntos Divinos. ¿Pero por qué se ha añadido el adjetivo caprichoso? Básicamente por dos razones: 1) Porque todo lo rechazaban sin justificación alguna… no quieren lo uno, pero que tampoco quieren lo otro; y 2) porque nada ni nadie los tiene contentos.

¿En qué sentido los fariseos e intérpretes de la Ley se comportaron como niños caprichosos? Esperaban “supuestamente con ansias” la venida del profeta, PERO no creyeron al profeta; no se bautizaron, le dijeron poseído del demonio y luego su rey le cortó la cabeza. También esperaban “supuestamente con ansias” la venida del Cristo, PERO tampoco creyeron: lo persiguieron, lo emboscaron, buscaron su caída, lo insultaron, lo rechazaron y finalmente también lo mataron.

¡Niños caprichosos, hoy!

¿En qué sentido lo hacen muchos profesantes de la fe cristiana en la actualidad? En que esperaban en (su ciudad) la formación de una iglesia Bíblica, y Dios permite que se plante en su ciudad una iglesia Bíblica… y ahora resulta ¡que eso no es lo que quieren! — ¿Acaso usted, estimado lector, es uno de aquellos que antes se quejaba porque no había una iglesia bíblica en su ciudad, y ahora que la hay, acontece que esa no es la que querían? o que así no la querían?

¿Qué es lo que aquellos profesantes de la fe cristiana, que van de aquí para allá, en realidad buscan, ¿una iglesia bíblica? o un grupo de personas cuya compañía satisface sus deseos o expectativas humanas. ¿Qué es lo que usted desea, una iglesia que haga lo que Dios ordena, o una en la que hagan lo que a usted le gusta?

Las excusas de siempre.

v33 Porque vino Juan el Bautista, que ni comía pan ni bebía vino, y decís: Demonio tiene. v34 Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: Este es un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores.

Al leer este pasaje, es evidente que las excusas que usaron los judíos para rechazar a Juan eran tan inválidas como las excusas que usaron para rechazar a Cristo. Los tiempos parecen cambiar, pero las excusas de los niños caprichosos, no; estas continúan siendo tan inválidas hoy, como las excusas que fueron usadas en aquel entonces. A Juan le dijeron “Demonio tienes”. ¡Ah! pero seguro con el Dios Santo todo iba a ser diferente! — ¡No! al Dios santo encarnado le dijeron “glotón y borracho” y hasta le dijeron que tenía el espíritu de Belcebú.

¿Cuál fue el argumento que justificara el rechazo? ¡No hubo ningún argumento! Sólo hubo calumnias, mentiras, excusas y falacias. Así que nada parecía servirles a los judíos. No les había servido Juan, que predicaba arrepentimiento para perdón de pecados, NI TAMPOCO les había servido Cristo, que era aquel con la potestad para perdonar los pecados. En el primero no creyeron, y en el segundo tampoco; al primero lo rechazaron y al segundo también … por lo que, en ese orden de ideas, dice el Señor acerca de ellos “Os tocamos flauta, y no bailasteis; os endechamos, y no llorasteis.

Queríamos una iglesia bíblica, pero ¡qué mal esta iglesia bíblica!

Eso ocurrió en el pasado, pero ¿qué sucede ahora? La situación es la misma; el descontento de la gente con la providencia y la benevolencia divina continúa siendo común entre algunos creyentes. «¡Qué tragedia que no existiera una iglesia bíblica en tal ciudad, y ahora que existe, ¡qué mal que no sea como deseamos!», y exclaman: «¡Qué tragedia que antes predominaran iglesias que nos insultaron, nos robaron y nos manipularon, y ahora que contamos con una iglesia bíblica, ¡Qué mal que observen el Día del Señor, ¡Qué mal que sean tan disciplinados en la adoración, Qué mal que manejen «ese concepto de membresía»!»

¿Entonces qué es lo quiere buena parte de esta generación de «cristianos»… ¿quieren en realidad una iglesia bíblica, o no la quieren? Lo pregunto porque cuando uno no sabe lo que quiere, nada parece satisfacernos. Esta generación jamás responderá la pregunta anteriormente formulada, diciendo: “no queremos una iglesia verdaderamente bíblica porque somos unos niños caprichosos». Lo más probable es que esta generación responda: “O tenemos una iglesia que adore de esta manera, que ore de aquella otra, que sea relajada observando el Día del Señor, y en la que el pastor sea así, me habla asá, o si no, mejor no la quiero» — Lo anterior es, en esencia, la misma manera de pensar de aquellos que dicen querer lo bíblico, pero que a la postre no quieren es nada.

Déjeme termino con esto: Las personas de aquella generación se jactaban de obedecer la Ley, pero vivian en pecado por violar le ley. ¿Qué necesitaban estas personas? ¡Gracia, mis hermanos! … ¡necesitaban gracia, pero también la rechazaron! ¿Ven el punto? Rechazaron la ley, violándola, PERO TAMBIÉN despreciaron la gracia, rechazándola. Es evidente que estas personas no querían de verdad NI la Ley, NI el Dios que los libraba de la condenación de la ley; es evidente que la actitud de estas personas nos muestra que lo que querían estas personas a la postre era vivir sin Dios y sin Ley; sin lo uno y sin lo otro.

Ese es el caso concreto de muchos que pertenecen a esta generación de personas descontentas con todo y que dicen “quiero una iglesia bíblica y sé que necesito una iglesia bíblica” pero se levanta una iglesia verdaderamente bíblica, y luego resulta que eso no era lo que querían, querían otra cosa: Ahora quieren una iglesia que se acomode a sus concupiscencias, que les den lo que quieren, que no les exhorte a servir con sacrificio, y, como solían decir los antiguos, una iglesia donde se les acaricie su pecado. La generación actual lo que en realidad quiere no es una iglesia bíblica (ellos se dan moral a sí mismos pensando que sí), sino un lugar en el que no se condene su violación de la Ley Moral del Señor; quieren una asamblea en la que no haya que comprometerse tanto ¡eso querían! — Quieren congregarse con un grupo de personas de ideologías afines en el que puedan esconder su pereza, su falta de entrega, de sacrificio y ultimadamente su falta de compromiso.

He aquí dos generaciones… Aquella generación de personas que todo lo rechazan con excusas inservibles, y aquella generación que por la gracia de Dios conoce, identifica, valora, y se compromete pactualmente con una iglesia bíblica. ¿A qué generación pertenece usted? ¿A la que dice: “quiero una iglesia bíblica” y cuando se levanta una iglesia bíblica, la puede identificar, apreciar y valorar?, o ¿a la que dice: “quiero una iglesia bíblica, pero a la final no la quiero si no es hecha a la medida de mis concupiscencias”

De nuevo, «Quiero una iglesia bíblica, pero no quiero una iglesia bíblica» – El típico caso de aquellos «niños caprichosos» que lloran porque no tienen una iglesia bíblica y que lloran luego de que la tienen, porque resulta que no era lo que ellos querían.

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