Satanás

¡Vaya si de esta criatura se ha hablado! Al hablar de Satanás, hablamos de aquel que quiso ser como Dios; del ángel que codició sentarse en Su trono, y de quien, siendo una mera criatura, quiso usurpar la adoración y la gloria que solo merece el Creador.

Satanás: nuestro adversario

Él es el adversario. Pese a que sólo sirve los propósitos del Altísimo, él está en oposición a Él, a Su Palabra y a Su santa iglesia; no puede acabarla, más todos los días se opone a ella, no puede vencerla, más a diario sus puertas se levantan amenazantemente contra ella. Se le conoce como adversario, pues se enfrenta a la iglesia, se empecina a que sus miembros deshonren a Dios, y se opone con vehemencia a que el Reino de Dios avance.

Satanás: el tentador

Esta criatura despreciable tiene un nombre con el que estamos familiarizados: el tentador. Se le conoce como el tentador porque su principal oficio es tentar a los hombres para que ellos caigan en pecado, y una vez el pecado reine en ellos, él pueda dominarlos y esclavizarlos. Pero no sólo tienta a los hombres, sino que justo antes del inicio del ministerio público de nuestro Señor Jesucristo, también lo tentó a Él.

Si esta criatura caída y destinada para presidir en el infierno a quienes se oponen a Cristo, no tuvo respeto por el Salvador mismo, ¿Qué nos hace creer que tendrá respeto por nosotros? Debemos, por tanto, tener cuidado de nuestras almas, porque él es el enemigo de ellas… ¡ese es otro de sus nombres: Satanás, es el enemigo de las almas!

Satanás: el engañador

Pero además de todo lo anterior, esta criatura es el “maestro por excelencia del engaño”, pues con una naturaleza caída, oscura y desfigurada, tiene la potestad de presentarse engañosamente como un ángel de luz. De él aprenden los falsos profetas, ministros y supuestos obreros del Reino, quienes gobernados por sus concupiscencias y arrastrados por sus avaricias, se presentan delante de los incautos para mostrarse ante ellos como seres iluminados, espirituales y dignos de recibir cualquier suerte o forma de alabanza.

¡Oh, mis hermanos! Este pérfido ser recibe el nombre de “padre de las mentiras”, en total contraposición a nuestro Dios, quien es el “Dios de verdad”. Satanás es quien, conociendo bien la revelación del Altísimo en la Escritura, ha intentado no sólo sembrar la duda de su Divina autoría, sino cambiarla, contradecirla y desvirtuarla. Por él han sido influenciados todos aquellos que han muerto negándose y oponiéndose a la palabra de Verdad, y de “sus lomos han salido” todos los que niegan su inerrancia e infalibilidad.

Satanás: el acusador

El Diablo, término de origen griego que significa “Calumniador”, es también conocido como el “acusador”; aquel cuyo oficio es mortificarnos y sembrar duda en quienes hemos confiado en el Salvador. Él nos acusa de ser aún culpables de nuestros pecados y con ello quiere que el desánimo reine, que perdamos la certeza de nuestra salvación y que pongamos en duda la efectividad de la obra de nuestro Redentor.

Satanás: no tiene autoridad en sí

Podríamos continuar con la descripción bíblica de este infame ser, por ahora digamos aquello que a menudo olvidamos: él no tiene autoridad en sí mismo, sólo aquella que Dios le permite tener para el cumplimiento de su Decreto Eterno; él no tiene vida en sí mismo, sólo la que Dios le permite tener para que Su propósito sea cumplido. Esta malévola criatura, que busca la perdición de todas las almas, no es rey sobre nadie, más que sobre los hijos de perdición, y no es padre de nadie, más que de los amantes de las mentiras.

A menudo él se presenta delante de Dios para pedirle permiso para zarandear a uno de sus hijos: ¡que nos lo digan Job y Pedro! … Y si bien podríamos hablar mucho más de Satanás, terminemos diciendo esto: él ha sido vencido: sus patadas, aunque fuertes, son las de un ahogado; sus influencias, aunque de alguna manera palpables, son limitadas, y su obrar está restringido por el Cristo que aplastó su cabeza mortalmente. Satanás está herido de muerte y su juicio y subsiguiente condenación no tienen reversa.

Satanás: desatado

¡Ah, pero antes del fin …! Él será desatado. Justo antes del fin de los tiempos, será desatado. Y aunque tomará control pleno y absoluto del hombre de maldad, de hecho, no lo influenciará: ¡lo poseerá! … y grandes estragos causará, y gran apostasía generará, y gran persecución comenzará, y amenazas contra la iglesia proferirá… pero… la iglesia vencerá, pues está escrito: “las puertas del Hades no prevalecerán”

Consideraciones finales

Cristiano, Dios nos ha rescatado de las garras de ese enemigo cruel, nos ha liberado de su yugo opresor, nos ha trasladado del reino de las tinieblas, al de la luz admirable de Su Hijo, nos ha dado el poder para resistirlo […] resistid al diablo, y huirá de vosotros (Stg 4:7) … y sobre todo, nos ha dado la victoria en Su hijo amado. ¿¡Qué!? ¿¡La victoria!? Tal como lo lee, estimado lector. ¡Nuestra es la victoria sobre Satanás! pues escrito está: […] Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies Romanos 16:20.

Noten el orden: Dios es quien final y absolutamente lo vencerá, pero a Él le ha placido hacerlo por medio de cada uno de nosotros, quienes por su gracia hacemos parte de Su iglesia amada, elegida, redimida y vencedora.

Agradezcamos a Dios; continuemos resistiendo a Satanás, y preparémonos para la victoria ganada por nuestro Cristo, asegurada por Su Palabra y destinada para Sus santos redimidos.

Cuando el diablo me acusa
Y oprime el corazón,
Mi gozo es golpeado,
Mi esperanza también;
En medio de esta prueba
Creo desfallecer,
Tristeza inmensurable
Sobreviene a mi ser.
Pero entre gran tristeza
Pienso en mi Salvador,
El Médico de mi alma
¡Y en Él confío yo!
La mano de Dios misma
Fue la que me sacó
De la prisión oscura
A luz y salvación.

 

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