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La separación bíblica: un asunto de ambos testamentos (Parte 1 de 2)

Al considerar la ‘aparición de la doctrina de la separación’ en la Escritura, muchos, en el peor de los casos niegan su existencia de tajo, y otros, en el mejor, argumentan que esta doctrina sólo es clara en el Nuevo Testamento. La verdad es diferente. Como lo afirmamos al comienzo, siendo esta una doctrina bíblica, quien se proponga a sustentarla, debe apoyarse tanto en el A.T., como en el Nuevo.

Una aclaración pertinente antes de proceder.

El método interpretativo del híper-literalismo dispensacional continúa haciendo daño, a pesar de lo que nos dice el Apóstol Pablo en «2 Tim 3:16 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia… […] » Muchos de los amigos que se embarcan en la peligrosa empresa de desmentir esta doctrina, apelan a argumentos tales como: ‘no hay un mandamiento expreso de separación en el N.T.‘ o ‘las órdenes de separación que aparecen en el A.T. fueron exclusivas para el pueblo de Israel‘ – entre otros que podamos recordar.

A estos amigos, quisiera recordarles amablemente tres cosas.

  1. Que el pueblo del Señor, antes de estar buscando deshacerse de deberes, debe siempre estar más atento a sus responsabilidades. Sí, somos el pueblo del Nuevo Pacto y sí, somos libres en Cristo, pero no libres para hacer lo que nosotros consideramos, sino libres para obedecer: ¡Ahora habiendo sido libertados del pecado (Juan 8:34-36), y siendo libres de la condenación de la Ley (Romanos 8:1), los verdaderos creyentes somos libres para obedecer todo aquello que el Señor nos ordene!
  2. Que pertenecer al pueblo del Nuevo Pacto no implica que todas las enseñanzas del Antiguo queden descartadas. Si examinamos cuidadosamente y sin prejuicios muchos pasajes del A.T., encontraremos que aún en algunos aspectos ceremoniales y civiles de la Ley de Dios, hay principios invaluables para nosotros.
  3. Que los deberes de los cristianos del Nuevo Pacto, se encuentran en ambos Testamentos a manera de Leyes explícitas, ejemplos y principios de ahí que Pablo diga «2 Tim 3:16 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia… […] »

‘Muestrario’ de pasajes del A.T. relevantes

Pasaje #1

Esd 9:1-2 Acabadas estas cosas, los príncipes vinieron a mí, diciendo: El pueblo de Israel y los sacerdotes y levitas no se han separado de los pueblos de las tierras, de los cananeos, heteos, ferezeos, jebuseos, amonitas, moabitas, egipcios y amorreos, y hacen conforme a sus abominaciones. v2 Porque han tomado de las hijas de ellos para sí y para sus hijos, y el linaje santo ha sido mezclado con los pueblos de las tierras; y la mano de los príncipes y de los gobernadores ha sido la primera en cometer este pecado.

En este conocido pasaje del A.T. encontramos algo interesante, prestemos atención: ¡el pueblo de Dios no se había separado de los pueblos sobre los que había venido el juicio soberano de Dios. Éxodo 23:23 hablando «del amorreo, del heteo, del ferezeo, del cananeo, del heveo y del jebuseo» dice: «a los cuales yo haré destruir». Pero inmediatamente después encontramos –y esto, para quienes buscan más evidencias de la existencia del principio de la separación bíblica– la prohibición explícita de que el pueblo tenía prohibido cualquier tipo de alianza con estas naciones «Éxo 23:32 No harás alianza con ellos, ni con sus dioses».  Es evidente que a causa de la idolatría, el pueblo de Dios debía apartarse de ellos.

Pero ¿qué de los egipcios? Una nación idólatra y faltaría tiempo para hablar de esto.

¿Y qué de los amonitas y Moabitas? De nuevo, juzguen ustedes: ¡Existía un permanente prohibición Divina de tener comunión con ellos! «Deut 23:3 No entrará amonita ni moabita en la congregación de Jehová, ni hasta la décima generación de ellos; no entrarán en la congregación de Jehová para siempre» Nótese que estos pueblos podían coexistir en la misma tierra que el pueblo de Dios, pero jamás podrían ser parte del pueblo de Dios. «Neh 13:1 Aquel día se leyó en el libro de Moisés, oyéndolo el pueblo, y fue hallado escrito en él que los amonitas y moabitas no debían entrar jamás en la congregación de Dios»

¿Acaso no encontramos un claro principio en todos estos pasajes? ¡Creo que no sólo es evidente, sino totalmente relevante para nuestro estudio! El pueblo de Dios puede coexistir con el idólatra en la misma tierra (Juan 17:15-16), pero en términos de los pasajes considerados anteriormente, jamás debería asociarse con ellos a nivel familiar (Esdras 9:1-2) o eclesial (Neh 13:1 (1 2), porque eso sería desobedecer la orden explícita de Dios de no tener comunión con quienes lo aborrecen!

Quizás algunos digan: «ah, pero si se unían para un bien mayor que no era a nivel familiar o eclesial, entonces sí se podría justificar la unión». Le pido que considere el siguiente pasaje.

Pasaje #2

Esd 4:1 Oyendo los enemigos de Judá y de Benjamín que los venidos de la cautividad edificaban el templo de Jehová Dios de Israel, v2 vinieron a Zorobabel y a los jefes de casas paternas, y les dijeron: Edificaremos con vosotros, porque como vosotros buscamos a vuestro Dios, y a él ofrecemos sacrificios desde los días de Esar-hadón rey de Asiria, que nos hizo venir aquí. v3 Zorobabel, Jesúa, y los demás jefes de casas paternas de Israel dijeron: No nos conviene edificar con vosotros casa a nuestro Dios, sino que nosotros solos la edificaremos a Jehová Dios de Israel, como nos mandó el rey Ciro, rey de Persia.

A primera vista existe la tentación de mirar la unión entre samaritanos y judíos como algo con fines eclesiales. Pero el autor considera pertinente formular una advertencia al respecto de esta apreciación errónea. El interés de los samaritanos de unirse con los judíos no tenía como fin participar con ellos en su culto de adoración. Eso era algo imposible de parte y parte. De parte de los judíos, porque ellos sabían que los samaritanos eran la «mezcla» de su religión con el paganismo Asirio, lo que convertía su adoración en algo espurio; y de parte de los samaritanos, porque ellos creían que la adoración sólo era acepta en el Monte Gerizim (Juan 4:21)

Así pues, esta unión no tenía en mente propósitos inmediatos de índole familiar o eclesial; esta unión, si se quiere, era de índole mayormente secular, quizás estratégico o político. ¿Por qué lo afirmamos? Porque no estaba dentro de los intereses samaritanos que los judíos regresaran a habitar esas tierras. El propósito de los samaritanos era este: estrechar lazos con los judíos, socializando y aunando esfuerzos con ellos en la construcción de un lugar significativo para ellos (para los judíos, no para los samaritanos), para luego desanimarlos, debilitarlos y atacarlos, como efectivamente sucedió.

¿Por qué el anterior razonamiento? Para dejar en claro que, además de la obligación que tiene el pueblo de Dios de separarse del idólatra en sus esferas familiares (es decir, de no emparentar con ellos) y en sus esferas eclesiales (es decir, de no participar de su falsa adoración que incluye un falso evangelio), el pueblo de Dios tampoco debería estar unido a estas personas en causas cívicos-seculares-políticas «No nos conviene edificar con vosotros [… ] nosotros solos la edificaremos [… ] como nos mandó el rey Ciro, rey de Persia», es decir, la orden expresa de Dios (por medio de Ciro – Esdras 1:3-5) fue que Su pueblo edificase Su casa, no que la edificasen ellos en compañía de aquellos que no eran parte del pueblo de Dios. En términos Neotestamentarios: en el avance del Reino de Dios, sólo pueden participar los hijos de Dios.

¿Alguna duda al respecto del principio de prohibición de aunar esfuerzos cívicos-seculares-políticas? Obsérvese el siguiente versículo:

Pasaje #3

2 Cro 19:1 Josafat rey de Judá volvió en paz a su casa en Jerusalén. v2 Y le salió al encuentro el vidente Jehú hijo de Hanani, y dijo al rey Josafat: ¿Al impío das ayuda, y amas a los que aborrecen a Jehová? 

En inglaterra es popular un dicho: «esta es la puntilla que sella el ataúd». Esto implica de manera jocosa que si hay alguien dentro del ataúd, con la puntilla que se le clavó, ya no podrá salir de el. Bien, espero que cualquier duda que alguien pueda tener de que el A.T. no le provee al creyente del Nuevo Pacto (por medio de ejemplos claros y/o principios) directrices para que se separe de todo y de todos los que aborrecen a Dios, quede confinada en ese «ataúd» de manera segura.

En este pasaje, encontramos a un justo (Josafat 2 Crónicas 17:3-5) y a un impío (Acab – 1 Reyes 16:30), ambos reyes. Ahora bien, en el pasaje que examinamos anteriormente apreciamos que el ofrecimiento de aunar esfuerzos con los impíos fue rechazado por los justos; en este pasaje, sucede algo aún más sorprendentes: el ofrecimiento de aunar fuerzas con los impíos, fue aceptado por el justo (2 Crónicas 18:3).

En la actualidad existen cientos de iglesias y maestros evangélicos –muchos de ellos de renombre en el contexto hispano, aunque no necesariamente sean ellos hispanohablantes– aunando esfuerzos con los impíos en las esferas políticas y civiles, so pretexto de aunar esfuerzos por el avance de la «causa de Dios». Tales alianzas son absolutamente injustificables a la luz de la Palabra de Dios, y no son más que estrategias pragmáticas que contaminan la causa y entorpecen el avance de la causa Divina.

De hecho, el principio de no cooperación con los impíos en la esfera civil o secular, so pretexto de ser supuestamente ‘hermanos‘ (véase 2 Crónicas 18:3), queda en claro cuando «el vidente Jehú hijo de Hanani» le recrimina al Rey Josafat diciéndole «2 Cro 19:1 ¿Al impío das ayuda, y amas a los que aborrecen a Jehová?» Nótese que hubo consecuencias sobre la vida del justo que ayudó al impío «Pues ha salido de la presencia de Jehová ira contra ti por esto»

Pasaje #4

Josué 6:18 Pero vosotros guardaos del anatema; ni toquéis, ni toméis alguna cosa del anatema, no sea que hagáis anatema el campamento de Israel, y lo turbéis.

La palabra anatema tiene un significado interesante. De hecho es similar y a la vez, absolutamente antagónica a la palabra santo.

Santo, en términos bíblicos, significa apartado del pecado. Anatema, en términos bíblicos, significa apartado o dedicado… pero ¡para la destrucción!

Ahora bien, si el Nuevo Testamento dedica para destrucción (anatemiza) todo aquel que predica un falso evangelio, ¿no podríamos deducir que en este pasaje del A.T. hay un principio relevante para el santo del Nuevo Pacto de guardarse del anatema.? Mis hermanos, ¡por supuesto que aquí hay un principio para la separación!

Así que en este pasaje encontramos ese principio claro: Es evidente que las asociaciones o uniones con aquellos que creen y predican un evangelio diferente es abominación al Señor.

El creyente debe ser consciente que su desobediencia a la orden de separarse del anatema (o en términos del N.T., de quien proclama un evangelio diferente) es una causa de reprensión Divina. Además de los pasajes anteriormente citados, estos relatos fueron dejados a nosotros en al A.T., no como mero adorno, sino como claros principios que el creyente del Nuevo Pacto no puede ignorar.

Una asociación con el anatema, es decir, con alguien quien llamándose Cristiano predica un evangelio diferente al de nuestro bendito Salvador, hace que la persona sea hallada culpable por asociación: es culpable porque no obedeció la orden de Dios de no separarse.

Aunque doctrinalmente hablando, el grado de castigo para ambos es distinto, tanto el creyente como el anatema están sujetos a las consecuencias de su pecado. El primero, por su desobediencia al no haber hecho distinción entre lo santo y lo profano; y el segundo, por el gran pecado de cambiar la Palabra de Dios para su perdición y la de otros.

¿Cómo podemos tener comunión con aquellos que muestran desprecio hacia los mandamientos del Señor?, ¿Será que el entrar en cualquier tipo de comunión con aquellos que niegan la salvación por gracia, sería de beneficio para quienes salvados han sido por gracia, ¿o traería alabanza a Dios?, ¿Puede una unión con un falso maestro honrar la verdad que nos ha hecho libres? – estas son preguntas retóricas, el lector puede deducir las respuestas.

Pero ahora considere esto: ¿Qué honra dará a Dios, la unión de uno de sus hijos en una marcha contra el asesinato de niños (aborto), con aquellos que sin arrepentimiento alguno han asesinado a miles de millones de personas mediante la proclamación de un falso evangelio (los católico-romanos)? – ¿No sería esto la hipocresía de las que nos habla el Señor «Mat 23:24 ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito, y tragáis el camello!»

Lamentablemente, muchos aquí defenderán a sus líderes y negarán el uso de una razón regenerada para ser justos en su juicio.


Citas:

(1) Ruth: Una excepción a la norma.
(2) Siendo Israel un estado teocrático en aquel entonces, se concluye que la prohibición de emparentar con los Moabitas tenía como propósito conservar al pueblo de Dios de las abominaciones de ellos, conservando en consecuencia la pureza de la esfera eclesial de Israel, referida en la Escritura como la «congregación de Dios»

Continuará...

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