Tengo algo que decirle
No sé quién es usted; no sé ni siquiera si usted es anciano o joven, rico o pobre, letrado o iletrado; solo sé que usted es un hijo de Adán y posee un alma que se perderá o salvará, y entonces le digo: “¡Escúcheme! ¡Tengo algo que decirle!”.
¿Has nacido de nuevo?
Esta es una de las preguntas más importantes de la vida. Jesucristo dijo: “El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3). No basta con contestar: “Pertenezco a la iglesia; supongo que soy cristiano.” Miles de cristianos nominales no muestran ninguna de las señales de haber nacido de nuevo que las Sagradas Escrituras nos han dado --muchas de ellas anotadas en la Primera epístola de Juan.
Un gran Evangelio para grandes pecadores
Cuando Pablo dijo que Cristo vino al mundo para salvar los pecadores, su propia conversión, su propio gozo en el Señor eran prueba positiva de ello. Testigo era que había gustado y probado la buena Palabra de vida de la cual daba testimonio.